Todo comenzó con una niña desobediente (era yo). Mi mamá extrañamente aquel día me espero en casa, hasta las tres de la tarde - hora en que llegaba del colegio- dando inicio así al fatídico lunes donde todas las cosas me salieron como de viernes 13.
La llave que mi mamá tenía de la casa, se había quebrado; por eso, ella me estuvo esperando aún cuando a esa hora ya tenía que haber estado en su trabajo.
Me pidió mi llave y me dijo:
«Liz, por favor te quedas cuidando la casa y vigilando a Pitufresa (mi perrita). Recuerda que ayer compramos seis pollitos y no queremos que la perrita se los coma"
Yo asentí con la cabeza y le dije sí mami, no hay problema. Y ella se fue a su trabajo.
Todo estaba muy tranquilo, luego de comer mi delicioso almuerzo y haber hecho mi tarea me dispuse a descansar.
Como cada día me cambié y me dispuse a ver la televisión; pero como en esa época en mi casa no teníamos televisor y mis primos que vivían a un par de casas cerca de la mía si, decidí ir con ellos a ver los dibujos animados.
Pero había un pequeño gran problema; y es que mi mamá había serrado la puerta de mi casa con llave y yo no tenía cómo salir.
Por fortuna, recordé las clases diarias de alpinismo del mayor de mis primos Steiner, que en su casa siempre mostraba a todo los primos pequeños.
Pero cuando estaba en el techo de mi casa. Y digo techo, no azotea, porque era de un solo piso. Recordé a los pollitos, los miré y vi a Pitufresa durmiendo en su casa, muy lejos de ellos y de la cerca que mi mamá había hecho para ellos.
Así que me dije «No pasa nada» «Vamos»
Bajé cuidadosamente por la puerta del costado de mi casa y sosteniéndome de los fierritos quedé fuera de ella.
Ahora sí ¡A ver televisión¡ seguro ya está dando Candy Uhhhhhhhh…………..
Y me fui a casa de mis primos; allí tenía que permanecer sólo hasta las seis de la tarde como máximo, porque mi mama salía de su trabajo a esa hora.
El reloj marcó 5 y 45 y mi tia Flor llegó, y me preguntó ¿Liz, te quedas a cenar? A lo que respondí : No tía gracias, mi mamá llega en cualquier momento y me tiene que encontrar en mi casa.
Pero no hay ningún problema hijita, quédate y yo te llevo, juntas le explicamos a tu mamá el porqué de tu demora. Y me convenció así que a las seis y media luego de la cena fui con ella a mi casa.
La luz estaba prendida, pero mi panorama no era nada claro, al contrario se veía muy oscuro. Tocamos la puerta y mi mamá salió y me preguntó donde había estado: Yo le dije que con mi tía en su casa. Mmmmm , Pasa. Me respondió.
Mi tía que había estado afuera le dijo Julio, ha estado en mi casa. Ya, ya Flor, no te preocupes otro día hablamos. Fue la explicación más corta de la tarde.
Ya en el interior de casa, me esperaba una gran Zurra, y mientras se llevaba a cabo mi mamá me iba diciendo todo lo que le había pasado a los pollitos.
Pitufresa, se los había comido; y no solo eso sino que había desparramado por todo el patio, pedazos de alitas, patitas, cabecitas y toda las partes de los politos. Ni uno solo había logrado escapar y por supuesto la culpable que no cuidó a los pollitos dijo que sí lo haría, estaba pagando las consecuencias de sus acciones.
Huy ¡Baya que fue una buena zurra¡
Claro que hoy meditando lo sucedido cuando estaba en el techo viendo a los pollitos podía haber bajado, guardado a los politos en su cajita y los hubiera puesto dentro de la casa y nada hubiera ocurrido.
Pero como todo niño, en ese momento no pensé en las consecuencias, pensé en ellas cuando ya todo había pasado.
Aprendí la lección, «Todo niño desobediente, siempre recibe su castigo» Así que desde esa época en adelante traté de no serlo tanto.
…»La próxima vez, guardaré bien la evidencia, para no ser descubierta»…… Jajaja¡¡
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